viernes, 12 de diciembre de 2014

Etapa I. Capítulo Nueve. 12/12/12





Te acercas a mi. Sigiloso y en el mayor de los silencios. Sé que no lo voy a poder evitar, sé que llegarás y me colmarás de tristeza; que me harás recordar aquel día y me dejarás un
sabor nostálgico y abrumador.


Te precipitas y, de tí, no puedo escapar, sólo esperar que pases rápido y que la mella que puedas dejar, no sea muy grande y dolorosa. Cruzo los dedos para no sentir tu gélido recuerdo, para que en el mejor de los casos brilles, y por lo menos no seas tan frío, el año pasado no lo fuiste, así que espero que no me atormentes, que no te cebes conmigo.


Pensé que te recordaría siempre con amor, con ternura y cariño, y que cada vez que pasases, sería un motivo de celebración, pero todo ha cambiado, hace tiempo ya, la verdad. Ahora te espero con miedo y en ocasiones hasta con ansiedad, porque me preocupa el hecho, de cómo me quedaré cuando te vayas.


El año pasado, a pesar de Diciembre, me trajiste felicidad y renovaste mis sentimientos. Abriste una puerta frente a mi, atractiva y cautivadora, y yo simplemente tenía que acercarme y ver qué esperaba detrás. Al principio, todo fue como un regalo caído del cielo, pero meses después sabía que te convertirías en uno de los peores recuerdos, y que me perseguirías allá, incluso, en mis sueños.


En torno a tí, creé un mar de ilusiones, una fecha significativa que rodearía de rojo en el calendario, a pesar de saber que no pasarías desapercibido; y a día de hoy, sigues sin ser indiferente, sigo teniéndote presente, pues tus números, aunque tres veces repetidos, marcan un antes y un después en mi vida.


Recuerdo, cuando comimos en aquel sitio. Dos desconocidos, un frente a frente, que nos mostraría ese encuentro entre almas que tanto esperábamos. Risas, anécdotas y recuerdos no tan gratos, se mezclaron para hacer de aquella "cita" una velada encantadora, donde miradas de ilusión se nos iban escapando a través de las pestañas.


Aquel día me regalaste una hora y media, y fue suficiente para enamorarme de él, para perderme en esos ojos marrones llenos de vida e ilusión, para embriagarme de su voz tosca y grave, de su forma de expresarse que envolvió y cautivó mi corazón. Me brindaste a una persona interesante y culta, con unos ideales y valores arraigados muy parecidos a los míos; verdaderamente nuestras almas vibraron y el regalo calló del cielo.


Nos enamoramos e intercambiamos apodos, apodos porque no conseguíamos entender cómo nos estaba pasando algo así, por lo que empezó a decir que era una "bicha", y él se convirtió en mi "bichu".


Y hoy, 05 de diciembre de 2013, a falta de una semana de que llegues, tiemblo, lloro y me revuelco entre las sábanas deseando que llegue el milagro, deseando que mis ojos vuelvan a reconocerte y mi olfato perciba tu olor. Pero sin querer me doy cuenta de que, simplemente no volverá, que no volverás a ser tú el que me traiga a mi amor, el que me lo devuelva. En cambio me traerás tristeza, pero sobre todo melancolía; recuerdos y culpabilidad mezclados en una misma fecha, mezclados en lo que habría sido, nuestro primer año de noviazgo, nuestro aniversario. Mezclados en TI.




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