viernes, 20 de marzo de 2015

Desde el Cielo.






Y sé que nos miráis desde allí arriba. Sé que veláis por nosotros y nos protegéis con la magia de lo divino, de lo angelical. 


Hoy he soñado contigo, y he despertado bañada en lágrimas, porque me ha dado tanta pena el ver, como si de una película se tratara, cómo me abrazaba a ti y te decía "ay mi Suegri, ay mi Suegri".


Poco tiempo tuve para conocerte, poco privilegio me permitió la vida, pero al fin y al cabo, para mi el tenerte "un ratito", fue eso, TODO UN PRIVILEGIO. Y lo escribo en mayúsculas, porque por lo poco que te conocí, pude ver una fortaleza inquebrantable, entereza y firmeza ante esta vida perra que te tocó vivir en tus últimos momentos.


He podido acariciar tu ternura, y ver en tus ojos resquicios de felicidad a pesar de tus pesares, he podido besarte con amor porque me diste la oportunidad de quererte y he podido disfrutar de tu humor y de lo mejor de ti, que era tu personalidad. Una personalidad única, y como siempre he dicho "tremenda". Una personalidad que no dejaba lugar a la mentira o a las dobles intenciones, ya que eras como un espejo o como el agua cristalina. Eras auténtica, como la vida misma, sin dobleces o falsas palabras, hablabas y te expresabas según como te dictaba tu conciencia o tu cabeza, no había más. Y es que hoy en día, nosotros, que vivimos en un mundo de falsas intenciones, de doble moral y de podredumbre humana, a falta de valores y de personalidad, Suegri, fuiste una auténtica crack.


Fuiste una persona exigente, amante de lo exquisito y de las cosas bien hechas. No te valían las medias tintas o los "ya veremos", para ti todo o era sí o era no, pero eso de quedarse en medio y dejar como contestación una interrogación, como que no iba mucho contigo.


A pesar de la enfermedad que ya te empezaba a "picar" por dentro y por fuera, siempre guardaste un poco de energía para seguir disfrutando de los pequeños placeres de la vida, una cervecita cero/cero, unas patatas fritas al estilo tradicional y por supuesto tu cigarrillo que nadie te lo quitase. Te conocí observando el mundo, desde el dolor, el sufrimiento, pero ello no te impidió continuar y regalarme, por lo menos a mi, un año más a tu lado. 


Dentro de esa transparencia que tanto te caracterizaba, guardabas una ternura absoluta; aún recuerdo cuando tu hijo y yo te dimos la maravillosa noticia de que ibas a ser abuela, qué manera de llorar y de contagiar el llanto por Dios!!!. Y más tarde, cuando esa tripita mía, comenzaba a abultarse, adoraba que me llamases "mi gordita".


Para mi fue un halago saber que te gustaban mis besos que con tanto cariño pude darte; recuerdo que me ponías la carita y me decías "yo también quiero" y después "más, dame más". ¡Cuánto te quise Suegri! ya no sólo por todas las muestras de cariño que tenías conmigo, de ser una persona espléndida y demás, sino porque le diste la vida a la persona a la que amo, y a la que hoy y siempre, te prometí cuidar.


Hoy después de este sueño, en el que te abrazaba y una vez más, las lágrimas me resbalaban, siento la necesidad de, al igual que tú, pedirte un favor:


"Tú, que desde el cielo nos miras y proteges, 
tú, que te has convertido en nuestro ángel de la guarda,
que velas por nosotros, junto con el Señor, a cada instante...
Dale un abrazo o mejor dicho, un "achuchón" a mi querido Abuelito, acaricia sus grandes manos, y dile que aún me acuerdo de él, que le sigo teniendo muy presente y que le quiero, que le quiero con toda mi alma..."
¿Harás eso por mi, querida Suegri?


Gracias, porque como ya he dicho, te conocí poco, pero sé que fuiste una persona de palabra y que cumplirás con lo que te pido.


Descansa en paz Susana, porque aquí, los que te quisimos y conocimos, te llevaremos siempre en nuestros corazones.


Tu nuera y tu nieto Fernando, que te adoran.


No hay comentarios:

Publicar un comentario