Bichea un poquito más

viernes, 12 de diciembre de 2014

Etapa I. Capítulo Nueve. 12/12/12





Te acercas a mi. Sigiloso y en el mayor de los silencios. Sé que no lo voy a poder evitar, sé que llegarás y me colmarás de tristeza; que me harás recordar aquel día y me dejarás un
sabor nostálgico y abrumador.


Te precipitas y, de tí, no puedo escapar, sólo esperar que pases rápido y que la mella que puedas dejar, no sea muy grande y dolorosa. Cruzo los dedos para no sentir tu gélido recuerdo, para que en el mejor de los casos brilles, y por lo menos no seas tan frío, el año pasado no lo fuiste, así que espero que no me atormentes, que no te cebes conmigo.


Pensé que te recordaría siempre con amor, con ternura y cariño, y que cada vez que pasases, sería un motivo de celebración, pero todo ha cambiado, hace tiempo ya, la verdad. Ahora te espero con miedo y en ocasiones hasta con ansiedad, porque me preocupa el hecho, de cómo me quedaré cuando te vayas.


El año pasado, a pesar de Diciembre, me trajiste felicidad y renovaste mis sentimientos. Abriste una puerta frente a mi, atractiva y cautivadora, y yo simplemente tenía que acercarme y ver qué esperaba detrás. Al principio, todo fue como un regalo caído del cielo, pero meses después sabía que te convertirías en uno de los peores recuerdos, y que me perseguirías allá, incluso, en mis sueños.


En torno a tí, creé un mar de ilusiones, una fecha significativa que rodearía de rojo en el calendario, a pesar de saber que no pasarías desapercibido; y a día de hoy, sigues sin ser indiferente, sigo teniéndote presente, pues tus números, aunque tres veces repetidos, marcan un antes y un después en mi vida.


Recuerdo, cuando comimos en aquel sitio. Dos desconocidos, un frente a frente, que nos mostraría ese encuentro entre almas que tanto esperábamos. Risas, anécdotas y recuerdos no tan gratos, se mezclaron para hacer de aquella "cita" una velada encantadora, donde miradas de ilusión se nos iban escapando a través de las pestañas.


Aquel día me regalaste una hora y media, y fue suficiente para enamorarme de él, para perderme en esos ojos marrones llenos de vida e ilusión, para embriagarme de su voz tosca y grave, de su forma de expresarse que envolvió y cautivó mi corazón. Me brindaste a una persona interesante y culta, con unos ideales y valores arraigados muy parecidos a los míos; verdaderamente nuestras almas vibraron y el regalo calló del cielo.


Nos enamoramos e intercambiamos apodos, apodos porque no conseguíamos entender cómo nos estaba pasando algo así, por lo que empezó a decir que era una "bicha", y él se convirtió en mi "bichu".


Y hoy, 05 de diciembre de 2013, a falta de una semana de que llegues, tiemblo, lloro y me revuelco entre las sábanas deseando que llegue el milagro, deseando que mis ojos vuelvan a reconocerte y mi olfato perciba tu olor. Pero sin querer me doy cuenta de que, simplemente no volverá, que no volverás a ser tú el que me traiga a mi amor, el que me lo devuelva. En cambio me traerás tristeza, pero sobre todo melancolía; recuerdos y culpabilidad mezclados en una misma fecha, mezclados en lo que habría sido, nuestro primer año de noviazgo, nuestro aniversario. Mezclados en TI.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

Un alto en el camino. A ti.



Hoy voy a hablar de ti. Si de tí, aunque te sorprenda y casi ni te lo creas.


Pues bien, a modo de "carta de amor" hoy me dirijo a una persona muy especial en mi vida. Una persona que me devolvió la fe en aquello en lo que dejé de creer. Una persona que se ha mostrado ante mí de la forma más pura.


Él es un alma noble, buena, amable. Sí, también es despistado y tiene millones de fallos, como todo el mundo, pero de verdad que él es concretamente especial, y digo concretamente porque sé a ciencia cierta que, como él, quedan pocos en el mundo. Se trata de una especie un tanto extraña, quizá incluso, de una especie en peligro de extinción, porque es de esos que aun utilizan el "por favor", el "gracias", el "disculpe" y cientos y cientos de frases hechas por la educación. Obviamente pensaréis que de estos hay todavía muchos, pero como he dicho al principio de este párrafo, él es especial.


Me explico.


Se diferencia del resto, por su mirada. Esta es limpia, no se engríe, no desvanece ante cualquier agravio, se mantiene firme y penetrante y no tiene miedo de humedecerse para mostrar sus sentimientos. Y esos sentimientos, no sólo los dirige y dedica hacia la gente que le rodea, amigos y familiares, sino que se abre ante mi, de una forma sincera y maravillosa, entre congoja y "gallos adolescentes".


Verdaderamente es así. Es una persona que tiene una capacidad de cambio asombrosa, puede pasar de un problema a otro que él lo solventa. Hace fácil lo difícil y se mantiene firme ante cualquier adversidad.


Perdona y aprende de sus errores. Podría decirse, que es una persona transparente, que no ha perdido, a pesar de su edad, al niño que todos deberíamos tener dentro; un niño inocente, que se asombra y maravilla con todo lo que aprende, abre la boca y se queda embobado con lo que se le está mostrando. Sigue con esas ansias de aprender, de "redescubrir" el mundo que le rodea, y eso, le hace grande, muy grande, porque hoy en día, y como ya he dicho anteriormente, este tipo de personas se encuentran en peligro de extinción.


A lo largo de mi vida, me he topado con gente que decía ser transparente, gente que alardeaba de tener la transparencia absoluta, que se tomaba la libertad de hablar sobre un amor diferente, sobre un encuentro entre almas, pero al final, esta gente siempre se quedaba en lo superficial, en lo efímero. 


Finalmente sólo eran relaciones vacías llenas de palabras bonitas y sin contenido ni consistencia alguna. Muchas promesas, muchos "contigo hasta el final del mundo" pero a la hora de la verdad, PUFF! se esfumaban. Parece que a muchos de ellos les daba miedo el amor en su estado puro, porque en el momento que te volcabas un poquito más, daban la espantada. 


Supongo que he tenido que pasar por muchos "te quiero" para llegar al punto en el que me encuentro hoy delante de un ordenador, escribiendo una de las entradas de mi blog y dedicándosela a la que seguramente es la persona que más me ha amado en mi vida. (Después de mi madre claro está). 


Pero, estoy feliz. Porque la vida me ha brindado una nueva oportunidad de entrega, de compartir ese "Todo y Siempre" que una vez pensé que se quedaría en "Nada y Nunca". Así pues, amor mío, esto es sólo la introducción de mi carta de amor hacia ti, esa que con tanta insistencia me has pedido y que yo no he querido escribir hasta el momento oportuno. Algunos pensarán que soy una cobarde por no expresar más mis sentimientos, pero ¿de qué valen las palabras frente a una serie de hechos, que te demuestran día a día lo mucho que significas para mi y lo mucho que te amo?


Supongo que pertenezco a la generación de la demostración, una generación que se preocupa por la persona que tiene a su lado, una generación que ama y no tiene necesidad de estar constantemente repitiendo la misma palabrita, porque señores! el amor se demuestra, no se habla, o por lo menos esa es la mejor lección que me ha podido enseñar la vida. Sí que es verdad, que de vez en cuando, a todos nos gusta oír palabras bonitas y llenas de sentimiento, y siento amor mío si a lo mejor no lo expreso constantemente, pero mi experiencia, me ha enseñado a callar más y demostrar por encima de todo. 


Pero bueno, no quiero escribir sobre los conocimientos que he podido ir adquiriendo, sino que, como ya he dicho, esto es por y para ti.


Ambos sabemos que las relaciones pasan por muchos momentos, dependiendo también de las personas que la conformen y obviamente del entorno. Y la nuestra digamos que no ha sido de las más fáciles, sobre todo en el principio.


Veníamos de mundos diferentes, tú con tu forma de pensar más conservadora por ponerle algún calificativo, y yo, con la idea aún de una niña risueña y soñadora.


Nos costó ponernos de acuerdo. No sólo por la diferencia de edad, sino por nuestra forma de ver la vida tan distinta, pero pudimos superar ese pequeño abismo que nos separaba, a base de perdón, de empatía y entendimiento.


Yo soy tu equilibrio y tú el mío. Somos diferentes pesos en una misma balanza, que finalmente terminan por igualarse, terminan de complementarse, para hacer una unión equitativa y equilibrada. Y hoy amor mío, tú me complementas, y eres mi refugio y mi abrigo, mi mejor amigo y confidente, al que le puedo contar absolutamente todo, sin temor al reproche o al "qué dirás".


Por fin puedo volver a creer en ese sentimiento que embriaga, que nos llena de mariposas el estómago, que inunda de felicidad nuestro día a día y al que tanto nos aferramos. Sin él estaría perdida como hace unos meses, y tú lo has devuelto a mi vida con unas pinceladas de realismo y sobriedad. Gracias. 


Gracias por querer compartir tu vida conmigo, por elegirme a mí para velar tus noches y amanecer entre tus brazos. Por regalarme besos dulces a cualquier hora del día e incluso a destiempo cuando duermo y no me entero. Gracias por querer protegerme y hacerme tuya a cada momento, sabes que me encanta aunque me haga la remolona; gracias porque cada día a tu lado me siento afortunada, porque he encontrado a un hombre lleno de valores como los de antes, y que los aplica en su rutina a modo de pequeñas fotografías que describen su alma.


Y es que, entre tu vida y la mía, estoy haciendo un álbum de esperanza, un álbum donde reflejo pensamientos y hasta las heridas más amargas; un álbum, que quizá no hubiese "nacido" si tu no hubieses llamado a mi puerta, queriendo entregarme tu vida en bandeja.


Una de las fotografías que componen dicho álbum, es la que pongo en esta nueva entrada. Al mirarla puedo, hasta casi, respirar el amor que sentimos el uno por el otro, y es que si te fijas has dibujado una sonrisa perpetua en mi mirada, cargada de felicidad y de alegría, llena de todos esos calificativos tan hermosos que componen el sentimiento más fuerte del mundo.


Todos nos merecemos una persona que haga esto con nosotros, que nos ayude a expandir nuestras alas, que nos haga libres en una relación de dos, que nos motive y nos anime a cada momento, en cada paso y que nos brinde el consuelo si alguna vez desfallecemos o nos cansamos. Esto es amor. Amor del bueno. Amor que no perturba, que no corta alas ni pone cadenas, un amor libre y puro, visto con ojos de niño pero pensado con cabeza de adulto. Un amor que nos permite latir al unísono...


UN AMOR COMO EL TUYO.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Etapa I. Capítulo Ocho. Siento.

"El que no es capaz de perdonar, no es capaz de Amar"
23 de Noviembre de 2013


Siento y pienso. Pienso en ti.




Pensamientos efímeros de un tiempo en el que tan sólo fuimos tú y yo, en donde "todo y siempre" aún tenía algún sentido para ambos.




¿Cómo pudimos dejarlo pasar? ¿Cómo fuimos capaces de alejar nuestra mirada del camino?


Esencia. Solos tú y yo. Lo huelo y lo siento, profundo, recorriendo cada espacio de mi ser.


Te pido perdón por tantas noches de llanto, inacabables y agotadoras. Por robarte el apetito e incluso las ganas de vivir.


Siento incluso los silencios que hubo en aquella noche de junio donde la agonía y las ganas de huir fueron más fuertes que yo. Siento no haber tenido el coraje de plantarle cara al miedo y no haber recogido del cajón de mi mesilla de noche, la valentía suficiente para abrirme y dejar correr las palabras que quizá nos hubiesen salvado.


Siento todas tus noches a solas, donde te sentiste perdido y ahogado, donde tu corazón se contraía de dolor por un amor que te había rozado el alma y que al final se tuvo que quedar a las puertas.


Siento haber sido como las demás, como esas que también pasaron por tu vida y te dejaron un sabor amargo. Siento no haber sido yo tu eterno consuelo, tu eterna alegría o ese todo y siempre perpetuo.


Perdóname por robarte un trocito de ti para guardarlo en lo más profundo de mi ser, pero fuiste tú el que me enseñó el significado del amor y eso, merecía un espacio especial en mi interior. Lo siento, sí, sigo siendo egoísta.


Egoísta porque aun deseando tu felicidad, me entristezco por no ser yo la que pueda estar a tu lado el día de mañana, por no ser yo la causa de tu sonrisa diaria, y por no ser yo la que descubra el universo infinito de tus lunares.


Siento mi egoísmo, el rencor que durante tantos meses te he tenido por no saber amarme lo suficiente como para pronunciar las palabras que yo tanto deseaba escuchar. Siento haber sido una cría, siento no haber sabido recuperarte o quizá volver a hacer que te enamorases de mi como el primer día. Siento mi falta de coraje y no haberme plantado delante de ti, frente a frente, y haberte dicho simplemente que te amo.


Siento haber caído de ese pedestal en el que me tenías, y siento no haberme aferrado a él con uñas y dientes, pero lo pusiste tan difícil... Que no me mantuve, no por falta de fuerza, sino por el miedo que me suponía tu amor, tu dureza al hablar, tu tono frío y distante, tu mirada que ya no era la mía, esa de la que estaba enamorada; tenía miedo del roce de tu mano, de tu boca que una vez recorrió los senderos de mi cuerpo, de tu olor, que aun me resigno a olvidar.


Siento haber dudado, siento haber sido tu alma gemela en el momento equivocado, y que el destino nos uniese para luego separarnos. 


Siento haber errado, siento haber sido tan humana (o debería decir "mundana"?) y no haber tenido la capacidad de volver a acercarme a ti. 
Siento haberte regalado tantas carcajadas y que su recuerdo al no estar juntos te hayan herido una y otra vez; que hayan sido el eco de lo que una vez fuimos, de nuestra felicidad y de nuestros mejores momentos.


Siento la complicidad que creamos, esa conexión que nos hacía envidiables y siento haberte "regalado", con nuestra ruptura, exactamente su antagonista. 



Siento haberte soñado durante tanto tiempo y te pido perdón si me estuve colando en tus sueños, haciendo de este dolor casi una tortura. Siento, incluso, si alguna vez pensaste que era tu peor pesadilla, lo siento de verdad, no era mi intención seguir apareciendo de alguna forma en tu vida aun sabiendo que ya no me querías en ella.



Pero es que cuando sufrimos una ruptura como la tuya y la mía, solemos hacer de la otra persona nuestro mundo, y pensamos y creemos que de ella depende nuestra felicidad, y no nos damos cuenta de que no es así, que la felicidad reside en uno mismo, y que somos nosotros los que labramos nuestro destino, y yo, como verás... no lo labré muy bien contigo.



Siento darte hoy las gracias por todo lo que me mostraste, porque eso significa que ya no tienes más para darme, que finalmente nos equivocábamos cuando decíamos que nuestras almas estaban hechas la una para la otra, y que por supuesto ya no volverán a tener ningún tipo de encuentro, ni hoy ni mañana.



Siento seguir entristeciéndome por lo sucedido, pero es inevitable, porque verdaderamente ese "tú y yo" que estábamos construyendo podría haber hecho historia, podría haber marcado un antes y un después en nuestras vidas, de una forma totalmente diferente, pero supongo que la experiencia me recuerda que "el que no es capaz de perdonar, no es capaz de amar". Y es así.



Siento haber creído en esa forma de entregarte a la otra persona que tanto me mostrabas, tenía una idea equivocada a cerca del amor; pensaba que él todo lo podía, que si de verdad estaba en nuestro interior, tanto como hablábamos, era capaz de atravesar montañas, de ir más allá, incluso, del bien y del mal... ¿pero que niña tonta no?, todos sabemos que las películas de Disney son simplemente eso, películas y encima de dibujos.



Pero ¿sabes? es que el amor es así, y hablo de un amor puro, no superfluo, un amor que de verdad es entrega, un amor que comparte y que no se engríe ni vacila ante la adversidad, un amor que expande sus alas y que por el contrario en ningún momento las agrieta, es ese tipo de amor que creíamos tener tú y yo.



Y sí, lo siento, pero es que verdaderamente fue así, aunque sólo fuese en un breve espacio de tiempo.





viernes, 17 de octubre de 2014

Etapa I. Capítulo Siete. El Amor. (Parte Segunda)



Cuando ya, por fin tenía una postura verdaderamente cómoda, abrí el libro "La Maestría del Amor" y me sumergí entre sus palabras y frases, para intentar evadirme y escapar, aunque sólo fuese mentalmente, de aquel sitio y de aquella situación tan surrealista.

Mientras recorría sus páginas, profundizaba aún más dentro de mí, e iba aplicando cada ejemplo que se iba sucediendo. Mierda!. Todo lo había hecho mal. Me había puesto todas las máscaras habidas y por haber, no con él, sino en mi antigua relación, en mi relación con mi familia y amigos... vamos que me había convertido en una gran actriz. 

Siempre me había importado lo que pensasen los demás de mí y de mi forma de vivir, por lo que empecé a aparentar y a crear diversas imágenes de mi misma, obviamente no conscientemente pero si, con la idea de que nadie me pudiese llamar la atención de cómo estaba recorriendo el camino.
Habían sido ocho largos años los que estuve con mi ex marido, y aquello me dejó mella. Me había "roto" todos y cada uno de mis huesos, entre discusiones, llantos, infidelidades y gritos. Me había anulado y maltratado, y yo, "la eterna rebelde" me había dejado domesticar, había perdido mi carácter, mi temperamento e incluso mi forma de pensar, para dejar paso simple y exclusivamente a su palabra. 

Y, así me conoció él, como un perro apaleado que lo único que espera es una mano que lo acaricie, una palabra de ternura o siquiera de aliento. Me lo dio, vaya que si me lo dio. Me dio lo que jamás me habían dado, LIBERTAD. Un amor libre, respetuoso, transparente y lleno de valor. Me regaló un encuentro entre nuestras almas, un "tú a tú" entre nuestros corazones. 

No tenía miedo de ser yo misma, de ser aquella Marta soñadora, divertida, teatrera y risueña que solía ser cuando era niña, porque él me vio tal y como era. No quiso cambiar ni un ápice de mi, le gustaba yo, así de sencillo.

Tenía una gran personalidad y estaba enamorado de sí mismo, no de una forma banal o egocéntrica, sino que, era de ese tipo de hombre que se conocía muy bien y sabía muy bien lo que quería. Y así, se pudo enamorar de mis ojos color miel, de mis mejillas, de mis "brakets" que en aquel momento corregían mi sonrisa, de mi agarrar la almohada y de hasta el "pavo" que aún se mezclaba con mi personalidad adulta y de niña. Me vio tal y como soy, sin más, y me dejó ser.

Podíamos hablar, sin temor a lo que uno de los dos pudiese pensar del otro. Reíamos y llorábamos de felicidad, compartíamos absolutamente todo y disfrutábamos de nuestra respectiva compañía sin necesidad de aprisionar nuestro amor. Nos alegrábamos de nuestros triunfos y de que el otro lo pasase bien aunque no pudiésemos estar siempre juntos, porque sólo nos bastaba cerrar los ojos para poder sentirnos.

Para mi se trataba no sólo de un amor maravilloso y pleno, sino de una nueva experiencia, de un bienestar del que jamás había tenido ni noción. Lo hacíamos todo tan sencillo, era todo tan fácil, incluso mientras todo transcurría en el periodo de mi divorcio. Él era mi hogar, un refugio en el que siempre me sentía protegida y en casa, pero lo mejor de todo, es que no sentía la necesidad de tenerle siempre sólo para mi, no se trataba de un sentimiento posesivo y tóxico, era puro y limpio.

Entonces, si todo lo que yo había vivido a su lado, era lo que estaban leyendo mis ojos, ¿por qué había terminado todo tan repentinamente?. La respuesta vendría en la "segunda etapa", en la de recuperación y auto-conocimiento.

Lo que si pude aprender de nuestra breve relación fueron dos cosas, una buena y otra que a mi parecer, no tiene cabida cuando hablamos de amor:

  • Las personas no somos la "media naranja" de nadie, somos naranjas enteras y completas, pues somos nosotros mismos los que de verdad somos capaces de hacernos felices, todo depende de nuestros pensamientos y de la práctica que le demos a ciertos sentimientos. Con él pude aprender exactamente lo que dice Khalil Gibran en una de sus reflexiones:
"Nacisteis juntos, y juntos para siempre. Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días; sí, estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios, pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía. Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura; que sea más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas. Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa. Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo. Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente. Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música. 
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga, porque sólo la mano de la Vida, puede contener los corazones. Y estad juntos, pero no demasiado juntos, porque los pilares del templo están a parte. Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble"

Estaba muerta de frío. Empezaba a temblar y la desesperación de verme en aquella situación estaba consiguiendo desmoronarme.
Paré de leer porque estaba distraída. Mi mente viajó a un recuerdo en particular. Un recuerdo entrañable y que me inspiraba tanto amor; porque así fue, un día de amor, sin más.

Estábamos tumbados en su cama, completamente desnudos, con nuestros cuerpos entrelazados y respirando el aroma de la pasión y del deseo, cuando comenzamos a hablar de lo que para nosotros significaba el amor. No el amor corriente o típico que defines de una forma efímera, sino de ese que te llega a tocar el alma. Y yo, emocionada le dije: "¡Lo tengo!". Rebusqué en el "safari" de mi teléfono, y encontré lo que quería mostrarle. Toda mi vida, y en cada ocasión que había escuchado aquella carta, me había emocionado, electrificado y puesto los "pelos de punta". Era eso. Tenía que ser eso.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
1 Co 12, 31-13, 8a 

"Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino mejor.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener una fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca, el amor, TODO LO PUEDE."


   La segunda lección no tan buena que aprendí de esta relación "idílica" fue que él, no me "disculpó sin límites, no me creyó sin límites, no me esperó sin límites y por supuesto, no me aguantó sin límites". En cuanto se presentó el primer inconveniente, aún cuando todo era perfecto, prefirió hacerse la típica "paja mental" y creer simplemente lo que había leído, lo demás, ya no importaba. Ya no importaban nuestras noches de risas; ya no importaban nuestros momentos de complicidad, de mirarnos y leernos el pensamiento. De escuchar música y embriagarnos de amor, entre besos y caricias. No importaba ya, "el eterno compartir" y estar juntos, y por supuesto el significado de "Todo y Siempre". Ya, simplemente dejé de importarle. De la noche a la mañana, él que tenía o parecía tener, una gran capacidad para amar...


Aquella noche en el coche, lloré. Lloré hasta caer rendida. No lo podía entender. ¿Cómo habíamos llegado a ese punto cuando siempre habíamos estado de acuerdo en lo que el Amor significaba para nosotros? ¿Fue todo una mentira?. Hoy en día, aún no lo sé, y a estas alturas, creo que jamás lo sabré.

martes, 23 de septiembre de 2014

Etapa I. Capítulo Seis. El Amor. (Parte Primera)

19 de Junio de 2013.



"El amor no se engríe, el amor no envidia, el amor perdona, el amor... TODO LO PUEDE"


Aquel día sentía que tenía que hacer algo. No podía más con su ausencia, se me antojaba muy pesada, pero sobre todo molesta, y le echaba de menos, quizá demasiado.

Por aquel entonces, solía ser una chica más bien romanticona de esas a las que les gusta hacer cosas diferentes y que quizá llegasen más contundentemente al corazón. 

No quería dejar pasar más el tiempo, me negaba a verme de brazos cruzados mientras él pasaba de largo, cual estrella fugaz, así que me iba a plantar en la puerta de su casa con unos carteles tipo "Love Actually", y que pasase lo que tuviese que pasar.

Mi madre me había dejado su coche, ya que el mío lo había dejado aquella misma mañana en el taller para que le hiciesen la inspección anual. Así pues, me olvidé de los nervios que me hacían temblar y me sumergí en mis pensamientos mientras conducía hacia Marbella.

Cuando llegué a la urbanización donde él vivía, aparqué en el mismo sitio donde solía aparcar y caminé por aquel pasillo empedrado que hacía que mis pasos resonasen estrepitosamente. 

Ante mí, una puerta blanca y, en uno de los laterales, una placa que titulaba "Imagine". Respiré hondo, me preparé para poder coger bien las cartulinas y llamé al timbre.
"Dios mío, ¿por qué narices estoy tan nerviosa?, hace menos de una semana esta persona me estaba diciendo que me amaba, por qué entonces me tiemblan las piernas?"

La puerta se abrió, su rostro se asomó para ver quien era y casi en el mismo instante en el que se asomaba, se volvía a cerrar. "Mierda, mierda, mierda. No quiere ni verme"

Para mi sorpresa, la entrada se abrió de golpe y me puse a pasar cartulina tras cartulina, y cuando tan sólo iba de la segunda a la tercera, me dijo:

- Marta, ¿qué haces aquí?
- Yo... sólo quería verte, y bueno, tener este detalle contigo.
- No sé si tienes la más remota idea del daño que me has hecho, de lo que fue para mí leer aquellos sms. No puedo dormir por las noches, estoy con pastillas y aún sigo sin explicarme por qué.

No podía articular palabra. ¿qué podía decirle, si de verdad le había hecho daño y asumía mi culpa?

- Por favor, necesito que hablemos, que me des la oportunidad de explicarme, o simplemente observa; déjame que te demuestre que aquello fueron tan sólo palabras... letras entrelazadas unas con las otras...

- No puedo. Ahora mismo no puedo. Me es imposible olvidarme de lo que leí y ahora mismo no tengo ganas de alargar esto mucho más.

No insistí, hay veces que tienes que dejar ir las cosas para saber si verdaderamente en algún momento te pertenecieron, y ese, era uno de ellos.

Me despedí, di media vuelta y caminé de vuelta al coche, una vez más con esa maldita opresión en el pecho, esas ganas de vomitar y de, simplemente, morir.

Cuando pasé la primera rotonda de camino a mi casa, necesitaba fumarme un cigarro, así que rebusqué en el bolso y no sé por qué, me empecé a poner más nerviosa de lo que ya estaba. "No me lo puedo creer", pensé. ¿Me podía pasar algo más aquel maldito día?. Las llaves de mi casa estaban en mi coche!! Mi madre en Madrid y mi padre en Francia. ¿Qué iba a hacer? 

No sé por qué pero di media vuelta, cogí el móvil y le llamé. Le conté la situación, que no tenía a donde ir ni donde dormir, y me dijo que llamase a alguna amiga, pero ¿con quién me iba a ir, si casi ninguna de ellas era independiente?.

Crucé de nuevo la entrada de la urbanización, y me puse un poco más arriba de donde solía aparcar. Le dije que me quedaría allí aquella noche, que prefería dormir en un sitio cerrado y con seguridad, que en mi calle. No estaba de acuerdo, insistía en que me fuese a casa de alguien o que en el peor de los casos, si quería me podía quedar en su casa, pero en el dormitorio de invitados, pero que bajo ningún concepto me quedase a dormir en el coche.

Y yo... no podía, no me sentía capaz de pasar la noche bajo el mismo techo y poder pegar un ojo; encontrarnos pared con pared y ni siquiera hablar o mirarnos. Así que me quedé donde estaba. 

Seguimos hablando por whatsapp; estaba preocupado por mi y casi al borde de la ansiedad, la primera muestra de que no me odiaba del todo.

Por suerte, solía llevar, habitualmente, un libro conmigo, y este era perfecto para este tipo de situación, reflexivo y que te evocaba a la meditación y autoconocimiento, "La Maestría del Amor".


Continuará...




martes, 16 de septiembre de 2014

Etapa I. Capítulo cinco. Mes y Medio.

1 de Agosto de 2013





Después de casi mes y medio, aún sigo con un vacío inmenso. Ahora entiendo, cuando me decías que se te ponían los bellos de punta cuando te hablaban de otra chica. Cada vez que alguien se me acerca, me dice algo, un piropo o insinuación, me viene a la cabeza tu rostro diciéndome todas aquellas cosas hermosas que me decías.

Me da asco. Le he cogido asco al sexo masculino, y hoy, hoy no creo que exista el amor para mi. Estoy rota y sé que por más que quiera, en ese sentido, jamás volveré a funcionar como antes.

Te pienso todos los días y últimamente, me desespero, estoy más decaída y triste porque veo que pasa el tiempo y no hay ninguna señal que me diga: "Aguanta Marta, todo se va a solucionar".

Me centro en el día a día, en mi trabajo, y es horrible cuando llega la hora de volver a casa porque me vienen recuerdos en ella; de la primera vez que estuvimos viéndola, nuestras noches de charla y risas, de películas, de sueños, de amor y de pasión.

Y pasa otro día y otro, y sigo con la esperanza de que aparezcas de que me escribas o me llames y nada, sigo sin noticias.

No hay palabras para describir como me siento, ya no me salen ni las lágrimas, se me coge un nudo en la garganta que me acongoja casi hasta asfixiarme y el vacío se apodera de mi. ¿Lo peor? lo peor de todo, es la incertidumbre de no saber si la vida o quizá el destino, nos va a volver a unir. 

¿Qué te diría si volvieses? supongo que sobrarían las palabras, simplemente me abrazaría a ti, e intentaría algún tipo de simbiosis para evitar que en cualquier momento puedas volver a alejarte. Lloraría, impulsiva y desmesuradamente hasta agotarme, y respiraría de nuevo de tu esencia, de tu luz, de tu aroma, me embriagaría de ti hasta la saciedad; me llenaría de tu mirada, de ese brillo tuyo en los ojos y simplemente... me dejaría amar.

He imaginado tantas veces nuestro reencuentro, que se me hace casi utópico ya; vernos de nuevo juntos, retomando nuestros planes, nuestros sueños.

¿Aún queda sitio en ti para mi? ¿Algún resquicio en tu corazón? Supongo que "el que calla otorga", y tú, llevas callado un mes y medio, sin mostrar prueba alguna de que una vez tú y yo existimos, de que una vez nuestro camino se unió. El viento, borra nuestras huellas sin dejar señal alguna del amor que nos tuvimos, pero la mayor huella que hay de lo que una vez vivimos, se mantendrá eterna en nuestros corazones, por lo menos en el mío, que se resiste a olvidar, que se niega a desahuciar lo que diciembre una vez nos trajo.

Y me veo, aquí sentada, entre pensamientos y fantasías del ayer y del mañana, dejando pasar lo único que verdaderamente me queda, la única pertenencia que tu ausencia me ha dejado, este presente que se muestra hastiado.


lunes, 8 de septiembre de 2014

Etapa I. Capítulo Cuatro. Incertidumbre.

21 de Junio de 2013.








Ahora, cuando ya me he calmado, puedo ver que en este día, he tenido muchas dudas, muchas incertidumbres.
¿Existe verdaderamente el amor? ¿qué fallos he cometido? ¿Cuál ha sido mi actitud ante mi separación, ante el hombre que lo ha dado todo por mí? ¿ante todo el mundo?

Poco a poco voy contestando yo misma a estas cuestiones y cada vez me doy mayor cuenta de lo fácil que es ser sincero con uno mismo y perdonarte.

Estoy perdiendo el miedo a ser como soy y eso me reconforta, aunque en el fondo, no hay nada.

Después de ti no habrá más "ese dedito" "Bicha, que bicha eres" "¿Te he dicho hoy que te amo? TE AMO"

Dios, estoy rota, no me queda nada en el corazón; que agonía, no sé cómo seguir, no sé de dónde sacar la fuerza para no desvanecer, para no dejar esta vida sin pena ni gloria.
Como duele, como duele amor mío. Como duele el simple hecho de no poder contemplarte , de mirarte y simplemente suspirar. ¿Cómo has podido hacer esto en mi corazón? no lo reconozco de verdad.

Me has dado un amor tan inmenso, que ¿qué pretendes? ¿que me olvide de todo? ¿de todo, cuando después de seis meses se rompe mi familia, esa que tanto deseaba?

Estoy completamente "out", fuera de combate, deshecha... y no sólo porque me hayas dejado y no quieras ni verme, también porque he asumido mi culpa, he asumido amor mío, que te he perdido, pero no por ello voy a dejar de luchar, porque un amor tan inmenso como el que me has mostrado, no se olvida de un día para otro.

Y sé, que tú no me has olvidado.

Etapa I. Capítulo Tres. Vuelve sin ser Llamado.

29 de Agosto de 2013






A veces desearía estar sola para poder llorarte sin cargo, sin conciencia, para poder recordar cada expresión e incluso, si me aventuro, cada mirada tuya.


Imágenes de un día que no fue, de un encuentro que no se dio, se presentan ante mis ojos y remueven, cual torbellino, mi interior, haciéndome imaginar o más bien soñar, sobre cómo hubiese sido sino... si no, te hubiese perdido.


Siempre brindamos por el encuentro entre nuestras almas, pero aquel día una de las copas se rompió, con tal repique que nos hizo despertar del letargo de un amor, que quedaría en "standby".


Dentro, profundo y en la oscuridad, algo me dice y me pregona, casi a diario, que nuestras almas, ya no tan jóvenes, están a punto de reencontrarse. "Todo el que se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado". E imagino y sueño con ese encuentro; es inevitable que piense en ello, puesto que mi ser vibra con cada pensamiento, con cada recuerdo que guardo de ti.


En ocasiones siento miedo también, miedo a que esta sensación que siento en el pecho sea tan sólo eso, una sensación, y vea como mi vida se escapa entre las manos, como fragmentos y retales de una vida pasada. Sí... esa que pudo y finalmente no fue.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Somos Seres Únicos y Maravillosos








Esta entrada se la quiero dedicar a aquellas personas que, como yo, han sabido superar los peores golpes que la vida les ha brindado.

Mujeres y hombres, todos somos humanos, todos somos personas y todos sabemos que tarde o temprano vamos a morir. Esas son la únicas dos cosas que, podría decir, nos caracterizan a todos por igual. Por lo demás, somos completamente diferentes. Pensamos, razonamos y opinamos de diferente forma, aunque en algunas cosas estemos de acuerdo, siempre habrá algo que nos diferencie de los demás, ya sea el más mínimo detalle en un debate o simplemente nuestro color de ojos.

Quiero contar una anécdota que me pasó en plena etapa de aprendizaje, que creo que todos deberían saber.



"Como todos los jueves, la agenda la tenía completa de higienes dentales, se presentaba un día duro y largo, pero no importaba, porque por aquel entonces lo único que deseaba, era desconectarme y directamente ni pensar. Quería pasar por robot, pero siendo como soy jamás lo conseguía, en fin.

No recuerdo ya muy bien, en qué momento pasó, si fue por la mañana o fue por la tarde, el caso es que jamás olvidaré a aquel paciente.

El gabinete estaba iluminado por la luz solar, no era necesario encender ninguna luz artificial para ver en condiciones "los bichitos" de las bocas que me esperaban. El paciente que me pasaron mis compañeras, era un hombre de mediana edad "nada especial", no era alto, ni guapo, y quizá ni siquiera era reconocido entre los suyos, pero aquello no me importaba, en mi gabinete, era simplemente eso, un paciente más, al que debía calmar para que no se me echase a temblar en el sillón, una vez comenzase la limpieza.

A mí siempre me ha gustado tratar a todo el mundo, hablar un poco de mi vida, preguntar por la de los demás, vamos, lo que es tener un trato ameno y cordial. Comenzamos a entablar conversación y esta tomó unos caminos más profundos que de costumbre. Él insinuó que no se sentía bien consigo mismo, que no era nada alto, guapo y que creía que su entorno no lo tenían muy en cuenta. A mí al principio, me dio un poco de pena, pero luego mientras hacía la higiene, estuve pensando y continué yo con el hilo de la conversación.

- Quizá usted no sea el más alto, el más guapo y que a lo mejor sea cierto que la gente que le rodea no le toma mucho en cuenta, pero usted, le puedo decir con total certeza, es completamente ÚNICO y MARAVILLOSO.

El paciente abrió muchos los ojos, y me indicó que parase. Me asusté, porque pensé que a lo mejor me había tomado demasiadas confianzas, pero lo que vino después sí que me dejó de piedra.

Se limpió rápidamente con una de las servilletas que ofrecíamos, se puso en pie, me miró y dijo:

- Tú si que eres maravillosa. Gracias, gracias por esas palabras, porque verdaderamente, pensándolo bien y profundizando en mi corazón, sé que tienes toda la razón. 

Estaba sorprendido y emocionado. Jamás se me olvidará su cara, aquellos ojos brillantes  y cargados de felicidad, que me miraban llenos de admiración.

No puedo explicar lo que sentí, era algo parecido al orgullo, al bienestar, a la satisfacción, una explosión de sentimientos habían sido detonados dentro de mí."




Somos seres únicos, maravillosos y por supuesto irrepetibles, lo que pasa que se nos olvida; olvidamos que dentro de cada uno de nosotros existe algo que nos diferencia del resto y nos hace ser como somos. 

Tenemos el deber y la obligación de querernos a nosotros mismos, de olvidar nuestros miedos y complejos, ya que son ellos los que nos limitan y cohiben a la hora de querer obtener nuestros sueños. Podemos ser esos seres únicos, maravillosos e irrepetibles, el secreto simplemente está en creer de verdad que lo somos y el amarnos en primer lugar a nosotros mismos, ya que somos los únicos que conviviremos con nuestro ser toda nuestra vida, y en segundo lugar, amar al prójimo, ya que somos "animales sociales" y necesitamos sentirnos amados.


Podemos, amigos míos, mejorar nuestras vidas si realmente creemos en ello y así lo deseamos.